Hoy tengo un día de "esos"



Hoy es un día de esos que me levanto de la cama después de haber aplazado el despertador como unas diez veces. Pienso: cinco minutos más. Si total, me sobra tiempo!. Lo que no tengo en cuenta que hoy es un día de "esos".
Sí, esos que últimamente se repiten tanto que ya se están haciendo como de la familia. Esos en que, finalmente, consigo tirarme de la cama y me digo a mí misma: ¡venga Silvia a comerte el día!. Me dirijo directamente al baño. Descalza, para pisar algún juguete que ha quedado por la habitación, pinza del pelo, pintura o similar. No puedo gritar porque los loves de mi casa siguen durmiendo y mejor no despertar a la fierecilla. Una vez atravesado el camino de obstáculos, entro en el baño, doy la luz y lo primero que veo es una especie de monstruo despeinado y con ojeras.
- Tengo que hacer algo con este pelo.- me digo.
Me lavo la cara como los gatos que diría mi madre y vuelvo a la habitación para vestirme. Hoy quiero ponerme esa camisa y ese jersey que tanto me gustan y con los que me veo tan estupenda. Entonces, miro a mi alrededor y veo un montón de plancha más grande que el Everest y pienso: que no estén ahí, que no estén ahí! Y, como no podía ser de otra forma, efectivamente están para planchar.
- Hoy tengo que planchar sin falta!- pienso.
Al final me pongo lo primero que cojo del armario. Si total, con el frío que hace no se me va a ver nada debajo del abrigo. Vuelvo de nuevo al baño a mirarme al espejo a ver qué puedo hacer con esa cara de oso panda. Me pinto la raya como puedo ya que tengo los ojos medio pegados y me echo un poco de máscara de pestañas. Lo del pelo es otra historia. Eso sólo lo arregla un moñaco o una coleta. Sí!, por lo menos tengo dos opciones para ir variando.
Me dirijo a la cocina, si puede ser todavía descalza para no dejar de pisar todo lo que encuentre a mi camino. Me sirvo un zumo o un colacao, mientras recojo la cocina e intento pensar qué haré hoy de comida. Eso sí, todo con mucho cuidadito para no despertar a la fierecilla antes de tiempo. Miro el reloj y veo que ando un poco tarde. Me bebo el zumo de pie, mientras recojo las migas de la cena de mi love que anoche llegó a unas horas intempestivas de la oficina. Mientras tanto, pongo una lavadora, echo de comer a la gata, doy otro trago de zumo, miro el reloj, meto cacharros al lavavajillas y, cuando sólo me queda un puñado de cubiertos por meter, se me caen, armando un estruendo cual mascletá en fallas.
-¡Qué bien, ahora sí que empieza la fiesta!
Lucía se despierta. Corro a su habitación y le levanto la persiana para que vaya espabilando un poco. Eso sí, no sin pisar algún juguete más, ¡oye! que para eso están puestos en el suelo, ¡para que yo los pise!
Lucía empieza a llorar porque no se quiere levantar. Entonces, comienza un tira y afloja en medio de voces, gritos y lloros mientras a mí me sale humo por la nariz como si de un cómic se tratara. A todo esto, mi love durmiendo y sin enterarse de nada (qué suerte la suya).
- Pobrecito, con lo tarde que llegó ayer...- pienso.
Consigo levantar a Lucía, y mientras desayuna por fin me pongo unas playeras. La visto (bendito uniforme), la peino echándole una carrera al reloj y nos disponemos a marchar al colegio, no sin antes, llorar otro poco o armar otro escándalo por cualquier chorrada que se nos ocurra.
Finalmente, llegamos al colegio y pienso: Mi día sólo acaba de comenzar!
Menos mal, que cuando los niños entran a clase, la mamás nos quedamos unos minutillos hablando y arreglando el mundo. Esos diez o quince minutos, en los que socializo con personas de más de tres años, me dan la vida y me hacen olvidar lo "bien" que empezó el día. (¡Gracias chicas!)

Pero no creáis que todos los días son así. Hay algunos, pocos últimamente, en los que todo es maravilloso. Me levanto por las mañanas con ganas de comerme el mundo. Me miro al espejo, me veo estupenda y me dan ganas de arreglarme para verme aún más guapa. ¡De aquí a la pasarela! Lucía se despierta contenta y me da un poco de tregua entre besos y abrazos que saben a algodón de azúcar. Es entonces cuando me entran ganas de cantar y bailar. De cantarle a la vida porque cada día es una lucha. Porque si no me levanto cada mañana, a pesar de saber que puede ser un día de "esos", nadie más lo va a hacer por mí. Intento disfrutar de mi hija y de mi love al máximo porque sé que esos momentos pasan y ya no vuelven. Y ¡oye!, que si lo piensas bien, esos días no son tan malos cuando te acostumbras a ellos. ¿Y la emoción que se siente al no saber cómo va a empezar tu día?

Conclusión: baila y canta siempre que puedas porque cuando un día se tuerce va a seguir torcido y mientras bailas la orquesta no deja de tocar.

Nos vemos!!!

      Silvia
¡Sígueme!


Comentarios

  1. Viva TÚ!!! Viva esos pelos de loca en la mañana!!! Viva las ojeras de oso panda!!! Viva los juguetes y demás por los suelos y así podría seguir horas... pero sabes que? Mujeres como TÚ que lleváis, casa, trabajo, niños etc... por delante. Porque mujeres como tu sois las que nos dais fuerza al resto para decir 'aquí estoy y puedo con esto" Brava Silvia. Mi mas sincera admiración ��

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jolín Carol! Qué me haces llorar!Me alegro de que te guste!! Y ya sabes: a cantar y a bailar!! :)

      Eliminar

Publicar un comentario

Entradas populares

Madresfera

Ranking Madresfera