Bailas?

Cuando tienes ganas de bailar, no todo el mundo, o mejor dicho, no todos los que tú esperas, están dispuestos a bailar contigo.

Desde hace unos meses, tengo un nuevo motivo por el que bailar. Lo triste es que no lo estaba haciendo. Muchas veces, cuando las cosas salen bien o estoy feliz, me asusta demostrarlo por miedo a hacer que la gente que tiene problemas se sienta mal. Menos mal que my love me ha abierto los ojos de cegata que tengo y me ha hecho ver, incluso sin gafas, que mi felicidad no puede depender de los demás. Y tiene razón. Cuando la tiene, hay que dársela. Pero, ssssshhhhhh. No muy alto para que no se lo crea.

La gente vive su vida. Están inmersos en su día a día con sus problemas, sus alegrías, sus celebraciones, sus tristezas. Algunos, también, viven pendientes de lo que hace el vecino, de si sus niños son los más listos, su casa la más bonita y, por supuesto, su vida más feliz que la tuya.

Dicen que en los momentos malos es donde te das cuenta de la gente que tienes alrededor. Sí, es cierto. Pero yo diría que incluso los momentos buenos te abren los ojos. Hay muchas personas que cuando te ocurre algo malo o tienes algún problema, están ahí para compadecerte y demostrar que ellas son fuertes y afortunadas. En cambio, cuando tienes motivos para bailar, sus vidas, historias y quehaceres son mucho más importantes. Es lo que yo llamo relaciones tóxicas. Algún día os hablaré de ello.
Y si ahora estoy en un momento de mi vida en el que me apetece bailar, ¿por qué no lo voy a hacer? 

Baila con quien esté dispuesto a seguir tus pasos, aunque de vez en cuando te de un pisotón, y celebra con quien se alegre con tus bailes.

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