15 Años


















Recuerdo como si fuera ayer ese 2 de Abril de hace quince años. Te fuiste demasiado pronto, aunque sin pillarnos por sorpresa, dejando un gran vacío en mi corazón. Con la Semana Santa ya pasada y mirando al cielo esperando a que llegara el momento que tanto había suplicado bajo el trono de mi San Juan en cada procesión. Sabía que tenía que llegar y me encontraba fuerte y tranquila guiada por la certeza de que una gran parte de tí se quedaba conmigo. 
Es muy duro encajar el adiós a una persona querida pero lo es menos cuando tienes tiempo de asimilarlo y aceptar la vida como viene. Pensar en ello y pedirle a aquello en lo que crees que te de fuerzas para continuar y recordar simplemente los buenos momentos vividos, reconforta.

Admito que ha habido muchos momentos importantes y felices en mi vida en los que le he echado en falta y se han hecho duros, pero sé que de alguna manera me acompaña en mi camino. 

Cada Semana Santa, bajo mi capillo, me encomiendo al cielo con el único deseo de que me haga una persona fuerte para afrontar todos los baches del camino y disfrutar con las pequeñas cosas que me hacen feliz. Este año, viviré la Semana Santa desde la barrera pero siempre mirando hacia el cielo y dando gracias por todo lo que me ha dado la vida y por lo que está por venir.
Eso es lo que quiero transmitir a mi hija. Me gustaría que fuera una persona fuerte y que nada ni nadie la detenga para poder alcanzar sus sueños y ser feliz.

Hay veces que hace falta parase, pensar y echar de menos para coger fuerzas y continuar con nuestra lucha por alcanzar la felicidad y darse cuenta de que, lo que verdaderamente nos hace feliz, lo tenemos ahí mismo. Y si encima os tengo a vosotros detrás de la pantalla que me leéis... Gracias por ser parte de mi terapia, jiji.

A pesar de todo, sólo tengo ganas de seguir bailando gracias a la orquesta que me acompaña en mi verbena porque nunca deja de tocar para mí.

GRACIAS!!

    Silvia

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