Con la casa a cuestas

En esta familia somos mucho de, por menos de nada, preparar maletas y salir pitando. Nos encanta viajar, hacer excursiones y conocer lugares nuevos. Es un buen ejercicio para coger perspectiva y abrir la mente. Siempre habíamos viajado mucho y cuando empezó a crecer la familia, era algo a lo que no queríamos renunciar. Mis dos hijas, desde que tenían semanas, han empezado a viajar. Lo tuvimos muy claro desde el principio. Aunque tuviéramos que cambiar la forma de organizar los viajes, aunque fuera un engorro por todo lo que teníamos que movilizar y aunque los trayectos se hicieran eternos por todas las paradas que teníamos que hacer, supimos que era necesario acostumbrarlas a viajar desde bien pequeñitas si no queríamos renunciar a algo que nos gustaba tanto. Por eso, y aprovechando que ya huele a vacaciones, en este post quiero contaros cómo preparo los viajes y algún truquito para las que sois tan aventureras como yo.




El primer paso, como es lógico, es la elección del lugar o lugares de destino, la planificación de lo que va ser el trayecto, la estancia y los pequeños desplazamientos. Una vez elegido el destino o destinos (lo digo en plural porque es muy raro que nosotros nos quedemos más de dos días en el mismo sitio), empezamos a buscar el alojamiento. Para estancias largas solemos escoger apartamentos o apartahoteles, pero como ya os digo, que no paramos ni dos días en el mismo sitio, al final buscamos hoteles que nos resulten cómodos a la hora de aparcar y con buenos accesos.
Después pensamos en el trayecto. Si lo haremos de una vez o si está lo suficientemente lejos como para tener que hacer noche por el medio. Cuando viajamos con niños, son ellos los que marcan el ritmo y las paradas. Entonces aprovechamos esas paradas para conocer diferentes lugares y hacer turismo. Hay veces que no nos queda de otra que parar en estaciones de servicio pero preferimos hacer paradas en pequeñas ciudades y pueblos. Hay muchos lugares con encanto que nos han sorprendido gratamente, los cuales no hubiéramos conocido de otra manera.
Llega la hora de planear qué cosas vamos a hacer y qué vamos a visitar durante todos los días que duran las vacaciones. De eso se suele encargar mi chico que es un crack buscado actividades, visitas, museos, rutas y lugares encantadores.

Luego viene el tema comidas. Ahora las niñas ya van siendo mayores y tengo la suerte de que comen de todo y de que se portan muy bien, así que las podemos llevar a cualquier sitio sin ningún problema. Cuando eran más pequeñas, había que usar el termo papillero con purés para el primer día y después, no quedaba más remedio que tirar de potitos. El tema biberón, sobre todo para la noche, con Lucía me las tenía que ingeniar para calentar agua todos los días antes de irnos al hotel a dormir para el bibi de la noche. Lo hacíamos en algún restaurante y ya en muchos sitios hay a tu disposición microondas para calentar la comida de los bebés. Con Victoria ha sido más fácil porque enseguida dejó el bibi de media noche y además lo tomaba con leche del tiempo por lo que no necesitaba andar con el termo a cuestas.
También preparo una bolsa con comida para tener siempre snacks y algo de reserva por si a las niñas les entra hambre y por lo que sea se nos ha complicado la cosa. Intento que sean cosas saludables pero está claro que las galletas y algún que otro bollito no pueden faltar. Suelo llevar manzanas, algún plátano para el primer día (después se ponen malos) paquetitos de lomo embuchado o jamón serrano, pan de molde por si hay que hacer algún bocadillo, barritas de proteína, frutos secos, galletitas para las niñas, algún batido de chocolate y mucha agua. Después, durante los días de viaje ya vamos reponiendo y comprando comida principalmente para las meriendas.

Y qué contaros del tema maletas! Eso me trae loca! Al final siempre soy capaz de meter toda la ropa necesaria y ajusto bastante bien, pero me lleva un tiempo terrible. Lo primero que hago es mirar el tiempo y preguntarle al papi qué actividades vamos a hacer o de qué tipo son (porque algunas veces son sorpresa y no me las quiere decir, jeje) En función de eso, ya sé si necesito ropa de abrigo, de verano, las dos cosas, si voy a necesitar bañadores, ropa de nieve… Siempre que puedo intento llevar todo en una maleta grande o como mucho en dos. Últimamente llevo la ropa nuestra en una maleta y la de las niñas en otra. Lo hago así porque como nos alojamos en diferentes ciudades, tenemos que estar cada día o cada dos días con las maletas para arriba y para abajo. La ropa, dentro de la maleta, la coloco con el método Konmary. ¡Es genial! Entra un montón de ropa más, a un golpe de vista puedes ver todo lo que llevas, no se arruga y no descolocas toda la maleta para sacar una camiseta. De verdad, que dese que lo hago así, ha sido un antes y un después. ¡Probadlo! En serio, es una maravilla!




Dentro del coche llevamos un par de mantitas para las niñas, algún muñeco y juegos para entretenerse tanto en el coche como para llevar después en la silla para ciertos momentos de crisis. Pero lo más importante son los libros y los cuentos que las entretienen mucho. Mis niñas nunca han llevado en el coche películas, tablets o cualquier otro dispositivo electrónico. Desde bien pequeñitas las hemos acostumbrado a viajar y van viendo el paisaje, durmiendo (la mayor parte), cantando, contando historias o jugando al veo veo. En el tema coche, la verdad que no me puedo quejar.

Nos encanta irnos de viaje y conocer nuevos lugares. Disfrutamos del paisaje, de las ciudades, de las actividades y de cualquier situación que se nos presenta. Y si después de tanto preparar, se nos olvida algo... ¡no agobiarse! que todo se soluciona mientras quede dinero en la cartera.


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