Diez consejos para manejar los celos

CELOS. Qué imponente es esta palabra y qué miedo le tenía yo cuando me quedé embarazada de mi segunda hija. La verdad es que en su día, a mí me provocaba mucho miedo e incertidumbre. Mi mayor miedo y preocupación era que este sentimiento de celos invadiera a la niña bailona y cortáramos de raíz esa felicidad, inocencia y alegría que siempre desprendía por los cuatro costados. Después, leyendo sobre estos temas, descubrí que es la preocupación de muchas mamás y papás, debido al desconocimiento y la incertidumbre.


Desde el principio tuve claro que me tenía que armar de paciencia y que era esencial que mi pequeña bailona tuviera su espacio y su tiempo. La llegada de un bebé a casa supone un cambio muy brusco que se produce de un día para otro, así que es necesario un tiempo para asimilar y normalizar, además de ser conscientes de que cada persona necesita un tiempo de adaptación a las nuevas circunstancias.



La verdad, es que en nuestra casa este tema lo hemos llevado bastante bien ya que los temidos celos han aparecido en ocasiones puntuales y hemos sabido gestionarlo de una manera satisfactoria. Eso sí, siempre estamos alerta porque aparecen en el momento más inesperado. Últimamente, les considero como una alarma para avisarnos y decirnos: ¡Eh! ¡que no estáis prestando la atención suficiente! Así que lo solucionamos como buenamente podemos y hasta ahora nos ha funcionado. Al fin y al cabo, los celos forman parte de la vida y en algún momento todos los sentimos: en el trabajo, con la pareja, con amigos…  Y muchas veces mezclados con sentimientos de envidia, rabia, incomprensión… El truco está en darle a estos sentimientos la importancia que tienen y si alguno se queda con nosotros más tiempo de la cuenta, saber gestionarlo de la mejor manera. Para mí es muy importante trabajar a conciencia el desarrollo personal y hacerlo también con nuestros hijos. Si tenemos un buen crecimiento personal, desarrollaremos las habilidades necesarias para enfrentarnos a ciertas situaciones y ciertos conocimientos. Es ese concepto que está tan de moda que es la inteligencia emocional, tan importante y que tan poco se trabaja en la educación en general. La fortaleza, el ser buena persona, así como la felicidad son cosas que se trabajan. Y si nos convertimos en buenas personas y emocionalmente inteligentes, desarrollaremos todas las habilidades necesarias para poder gestionar todos los sentimientos que nos invaden ante ciertas situaciones. Y en esto tenemos mucho que ver los padres ya que en la educación estas cosas apenas se trabajan aunque ya es más común que se empiecen a tener en cuenta las emociones. Así que, trabajo mi crecimiento personal a diario porque me parece imprescindible para poder tener una vida plena y llena de felicidad. De esta forma, también me preparo para trabajarlo con mis hijas y que se conviertan en personas felices.

Os voy a dejar algunas recomendaciones para trabajar con los niños que harán que los celos disminuyan e, incluso, en algunos momentos desaparezcan. Pero tened en cuenta que los que primero tenemos que cambiar nuestra perspectiva hacia ellos somos nosotros.

1. Entender los celos como un proceso normal. 
Debemos normalizarlos y tratar de comprender cómo se sienten, con mucha dosis de paciencia ya que en algún momento la situación se nos puede ir de las manos.

2. Dar una atención individualizada.
Dejar que los niños se expresen y nos cuenten qué es lo que les preocupa. Para ello, debemos tratarles y hablarles de igual a igual, que se sientan escuchados, valorados y que cuentas con ellos a la hora de tomar ciertas decisiones. Es decir que se sientan una parte importante y esencial de la familia.

3. Preparar un sitio para cada uno.
No importa que sean dos habitaciones pero que cada uno tenga un rinconcito que sienta que es suyo. Un lugar donde no tenga que compartir y desarrolle su individualidad.

4. Trabajar nuestras emociones
Como os decía en los párrafos anteriores, debemos de trabajar en nosotros mismos para poder afrontar con éxito todas las situaciones difíciles que se nos van a plantear. Por eso es necesario mirarse uno mismo y saber reconocer qué  se siente así como no perder los nervios y guiar las situaciones con sentido común.

5. Gestionar las peleas
Es totalmente natural que existan conflictos y peleas. Debemos dialogar con nuestros hijos en la medida de sus posibilidades y según su edad para darles las herramientas necesarias para ir aprendiendo a manejar y resolver sus propios conflictos. Os aseguro que cuando ponemos confianza en ellos son capaces de resolver ciertas situaciones dejándonos sorprendidos. Pero como todo, es necesario trabajarlo poco a poco.

6. Parar el comportamiento agresivo
Lo que yo hago y me funciona muy bien, es no intervenir en las peleas y dejar que sean ellas las que resuelvan el conflicto. Pero si ya la situación se pone complicada, es necesario parar la pelea o la discusión, pero sin imponer nuestro criterio. Es decir, reconduciendo y guiando de nuevo la resolución del conflicto, dándoles indicaciones para que ellos solitos lo resuelvan. 

7. No hacer nunca comparaciones entre ellos
Debemos ser conscientes de que cada persona es diferente y cada uno tiene sus cualidades. Uno destacará más en una cosa y a otro se le dará mejor otra. Debemos potenciar sus habilidades sin comparar el desarrollo o manera de ser de cada uno.

8. Encuentra un momento para cada uno
Que cada uno de ellos tenga momentos sólo contigo y se sienta el protagonista. Es necesario trabajar también la individualidad y que realicen ciertas actividades con la plena atención de su mamá o su papá.

9. Celebra los logros de ambos
No te canses de repetirles, individualmente, lo orgullosa que estás de ellos. Esto hará que aumente su autoestima y que se sientan importantes dentro de la colectividad.

10. Sé el mejor ejemplo para tus hijos
Háblales con amor, escúchales con paciencia, se solidario y comparte con ellos. Ten en cuenta que los niños son unos excelentes imitadores y aprenden lo que ven que hacemos nosotros. Edúcales en la solidaridad y en la asertividad.



Espero que estos consejos os sirvan aunque ya sabemos que cada familia es un mundo y cada uno encuentra su mejor manera de hacer las cosas. Y recuerda que todo lo que vayas a poner en práctica no es una fórmula mágica sino que todo proceso o aprendizaje requiere de tiempo y esfuerzo.

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