Y entonces... todo es como debe ser

Y entonces un día la vida para. Y te dice lo que es importante de verdad. Curiosamente eso que tantas veces has pasado por alto. De pronto, palabras que se quedan en el tintero, abrazos encadenados y miradas apagadas. Salen los recuerdos que tenías bien guardaditos en tu maleta de viaje, en el fondo del armario. Se agolpan, efímeros, borrosos, imprecisos, pero cargados de sentimientos. 


Te haces preguntas. Muchas preguntas acerca de tu vida, de lo que estás haciendo, de tu propósito, de tu camino, de quién te acompaña, de quienes son esas personas que por un tiempo han compartido tu mismo camino... Algo hace clic dentro de ti y te das cuenta de que las respuestas a esas preguntas las tienes tú. Están dentro de ti, pero últimamente hay tanto ruido exterior que no las escuchas.  Son claras y hablan a gritos pero se necesita silencio para escucharlas, para entenderlas. A veces sólo es necesario parar, hablarte alto y escucharte en silencio. Sin embargo, el ritmo de vida te hace ir acelerado, vivir deprisa y, en ocasiones, es la misma vida la que te obliga a detenerte. Necesitas llorar. Llorar significa limpiar. Y limpias hasta que no queda un rincón por revisar. 

Y ahora sí. Ahora entiendes que es el momento. No era antes ni tampoco será después. Es ahora. Ahora es cuando la vida te trae algo para enseñarte y tú tienes que estar dispuesto a aprender. Reflexionas, respiras, agradeces y dejas fluir. Sientes la calma que tantas tempestades te costó conseguir y sonríes sabiendo que todo está bien. Todo es como debe ser.

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